Traducción: The new elite’s phoney crusade to save the world without changing anithing

La falsa cruzada de las nuevas élites para salvar al mundo (sin que nada cambie)

Los titanes de la tecnología y las finanzas de hoy quieres solucionar los problemas del mundo, siempre que las soluciones no amenacen jamás su riqueza y poder.

Por Anand Giridharadas
Martes 22 de enero de 2019

The Guardian

Una sociedad exitosa es una máquina de progreso: toma el material bruto de la innovación y produce un amplio avance humano. Pero la máquina de los Estados Unidos está rota y puede decirse lo mismo de otros países a lo largo del mundo. Y ahora, mucha de la gente que rompió la máquina del progreso está intentando vendernos sus servicios como mecánico.

Cuando los frutos del cambio cayeron en los Estados Unidos en las décadas recientes, los más afortunados los recogieron casi todos. Por ejemplo, el promedio de ingresos antes de impuestos del 10% más rico de los estadounidenses se ha multiplicado por dos desde 1980, los del 1% más rico se han más que triplicado, y los del 0,001% se han multiplicado por más de siete -mientras que el promedio de ingresos antes de impuestos de la mitad inferior de los americanos se ha mantenido casi igual. Estas cifras familiares corresponden a tres décadas y media de cambios sorprendentes sin ningún impacto sobre el salario medio de 117 millones de estadounidenses. En términos generales, en el mismo periodo, según el Informe Global de Desigualdad, el 1% adquirió el 27% de los nuevos ingresos, mientras que la mitad inferior de la humanidad -actualmente más de 3 mil millones de personas- sólo accedieron al 12% del mismo.

La inmensa mayoría de estadounidenses y de otros occidentales apenas se han beneficiado en este tiempo, y no es por falta de innovación, sino por acuerdos sociales que han fracaso a la hora de traducir nuevos productos en mejores vidas. Por ejemplo, los científicos norteamericanos han hecho grandes descubrimientos en medicina y genética y publicado más investigaciones biomédicas que en cualquier otro país, pero la salud del norteamericano medio sigue siendo peor y mejora a una velocidad más lenta que sus homólogos en otros países ricos e, incluso en algunos años, su esperanza de vida se ha reducido. Los inventores estadounidenses han creado nuevas formas asombrosas de aprender gracias al poder del vídeo y de internet, muchos de ellos sin costes, pero el estudiante universitario medio de los estados unidos puntúa peor en lectura hoy que en 1992. El país ha tenido un “renacimiento culinario” tal y como ha reseñado una publicación, en el mercado de agricultores y en las tiendas de alimentos integrales, pero ha fracasado en mejorar la nutrición de mucha gente, con el aumento de la incidencia de la obesidad y otras dolencias relacionadas.

Las herramientas para convertirse en un emprendedor parecen más accesibles que nunca para los estudiantes que aprender a programar online o para los conductores de Uber, pero el porcentaje de jóvenes propietarios de un negocio ha caído en dos tercios desde 1980. Estados Unidos ha traído al mundo tanto a una superlibrería online como Amazon y a Google, que ha escaneado más de 25 millones de libros de uso público; pero el analfabetismo se mantiene obstinadamente en los mismos niveles y la fracción de norteamericanos que leer al menos un libro al año ha caído casi un cuarto en las últimas décadas. El gobierno tiene más datos a su disposición y más formas de hablar y escuchar a sus ciudadanos, pero solo un cuarto lo encuentra tan confiable como lo era en la tempestuosa década de 1960.

Mientras tanto, la oportunidad de prosperar se ha transformado desde ser una realidad compartida a ser un prerequisito de estar ya por delante. Entre los norteamericanos nacidos en 1940, los criados en lo más alto de la clase media alta y en lo más bajo de la clase media baja compartían aproximadamente el 90% de las posibilidades de realizar el así llamado “sueño americano” de terminar en una posición mejor que la de sus padres. Entre los norteamericanos nacidos en 1984 y que están madurando hacia la edad adulta hoy, la nueva realidad es una pantalla partida. Los nacidos cerca del máximo de ingresos tienen ahora el 70% de posibilidades de alcanzar el sueño. Mientras tanto, aquellos cerca del mínimo, que más necesitan mejorar su posición, tienen un 35% de posibilidades de ascender respecto a la posición de sus progenitores. Los afortunados no sólo monopolizan el progreso y el dinero: el hombre blanco americano tiende a vivir más que el común de los ciudadanos de cualquier otro país. Ahora vive 15 años más que los norteamericanos pobres, que viven tanto como sus homólogos de Sudan o Pakistán.

Así, muchos millones de norteamericanos, del este y del oeste, sienten una cosa en común: que el juego está amañado en contra de la gente como ellos. Quizá es por eso por lo que escuchamos una condena constante del “sistema” pero es que la gente espera que el sistema convierta innovaciones fortuitas en progreso social. En lugar de ello, el sistema -en Estados Unidos y en gran parte del mundo- ha sido organizado para succionar los beneficios de la innovación hacia arriba, razón por la que las fortunas de los billonarios del mundo ahora crecer más del doble del ritmo a lo que lo hacen las de cualquier otra persona, y por lo que el 10% de la humanidad a llegado a tener el 85% de la riqueza planetaria. Nuevos datos publicados esta semana por Oxfam muestran que los 2200 billonarios fueron un 12% más ricos en 2018 mientras la mitad más pobre de la humanidad se volvió un 11% más pobre. No es de extrañar que, con estos datos, los electores en estados Unidos (y en cualquier lugar) parezcan ser más resentidos y suspicaces en los últimos años, abrazando movimientos populistas de izquierda y de derecha, poniendo al socialismo y al nacionalismo en el centro de la vida política de una forma que parecía impensable hasta hace poco, y sucumbiendo a todas las formas de teorías de la conspiración y noticias falsas. Hay una creciente reconocimiento, en ambos lados de la división ideológica, de que el sistema está roto, de que tiene que cambiar.

Algunas élites que se enfrentan a esta ira creciente se han estado escondiendo detrás de muros y puertas y en grandes propiedades solo para emerger y tratar de aprovechar para ganar aún más poder político para protegerse frente a la multitud (podemos veros, hermanos Koch). Pero en los últimos años, muchos norteamericanos afortunados también han intentado algo diferente, algo a la vez honorable y egoísta: han tratado de ayudar apropiándose del problema. A nuestro alrededor, los ganadores en nuevo status quo crecientemente desigual se declaran partisanos del cambio. Conocen el problema y quieren ser parte de la solución. De hecho, quieren liderar la búsqueda de soluciones. Piensan que sus soluciones merecen ser la vanguardia del cambio social. Puede que se unan o apoyen movimientos que tratan de arreglar aspectos de la sociedad iniciados por gente corriente. Mas frecuentemente, sin embargo, estas élites lanzan iniciativas por su propia cuenta, tomando el cambio social como si fuera un nuevo mérito que almacenar en su portfolio o para acometer una reestructuración empresarial. Dado que están al cargo de esos intentos de cambio social, reflejan naturalmente sus prejuicios.

Para la mayor parte, estas iniciativas no son democráticas, y tampoco reflejan una solución colectiva de los problemas o una solución universal. En su lugar, son favorables al uso del sector privado y ramificaciones caritativas, a la visión de mercado sobre todas las cosas y a eludir el papel de los gobiernos. Reflejan una visión muy influenciada de que los ganadores de un status quo injusto -y de que las herramientas, mentalidades y valores que les ayudaron a ganar- son el secreto para remediar las injusticias. Los que tienen riesgos de convertirse en resentidos en una era de desigualdad son reconvertidos en nuestros salvadores. Financieros de mentalidad social de Goldman Sachs persiguen un cambio a través de iniciativas “ganar-ganar” como los “bonos verdes” o las “inversiones de impacto”. Las compañías tecnológicas como Uber o Airbnb se presentan como empoderadoras de los pobres al permitirles ser el chófer de otro o alquilar habitaciones vacías. Consultores de gerencia y cerebros de Wall Street intentan convencer al sector social de que son ellos quienes deben guiar sus objetivos de mayor igualdad, asumiendo posiciones de liderazgo y sillones ejecutivos.

Conferencias y festivales de ideas patrocinadas por plutócratas y grandes negocios -como el Foro Económico Mundial, que se celebrando esta semana en Davos, Suiza- acoge conferencias sobre la injusticia y la promoción de “lideres fuertes” que están deseando confinar sus pensamientos de mejorar la vida dentro del sistema en lugar de abordar los problemas. Lucrativas empresas construidas de formas cuestionables y modos temerarios se adhieren a la responsabilidad social corporativa, y algunos ricos “dan de vuelta” -a pesar del hecho de que hayan causado graves problemas sociales mientras levantaban sus fortunas. Los foros de contactos entre élites como el del Instituto Aspen o la Iniciativa Clinton Global acicalan a los ricos para que se autodesignen lideres sociales del cambio que atajen los problemas que personas como ellos han contribuido a crear o mantener.

Ha nacido una nueva raza de las así llamadas corporacionesB con mentalidad comunitaria , reflejando aun más fe en que el propio interés ilustrado es el mas seguro garante del bienestar público – en lugar de las regulaciones estatales. Una pareja de billonarios de Sillicon Valley fundaron una iniciativa para repensar el Partido Demócrata, y uno de ellos abogaba, sin un atisbo de ironía, que las metas son dar voz a los sin voz y reducir la influencia que la gente rica tiene sobre ellos.

Bill Clinton and Richard Branson en la Clinton Global Initiative en New York en 2006. Fotografía:: Tina Fineberg/AP

Este tipo de élites creen y promueven la idea de que el cambio social puede perseguirse principalmente a través del mercado libre de la acción voluntaria -y no a través de la vida pública, la ley y la reforma de las instituciones que comparte la gente- supervisado por los triunfadores del capitalismo y sus aliados, sin antagonismo a sus necesidades y de que los grandes beneficiarios del status quo deberían jugar un rol de liderazgo en las reformas.

Esto es lo que yo llamo MundoMercado -una élite poderosa en ascenso definida por los impulsos concurrentes para hacer el bien y para cambiar el mundo mientras se benefician del status quo. Consiste en personas ilustradas del mundo de los negocios y sus colaboradores del mundo de la caridad, la academia, los medios, los gobiernos y las consultorías. Tienen su propia inteligencia a quien se la llama “lideres del pensamiento”, su propio lenguaje, e incluso su propio territorio -incluyendo un cambiante archipiélago de conferencias cuyos valores son reforzados, extendidos y trasladados a la acción. Las élites del MundoMecado a menudo hablan el lenguaje de “cambiar el mundo” y de “hacer del mundo un lugar mejor” -lenguaje más típicamente asociado a las protestas en las barricadas que a los hoteles de lujo y las estaciones de sky. Pero nos quedamos con el hecho ineludible de que, a pesar de que estas élites hayan podido hacer mucho para mejorar, han seguido acumulando una parte abrumadora del progreso mientras la vida media de los norteamericanos apenas a mejorado, y mientras todas las instituciones norteamericanas, con la excepción del ejercito, adolecen de una pérdida de confianza

Una de las figuras principales de esta nueva perspectiva para cambiar e mundo es el expresidente de los Estados Unidos Bill Clinton. Después abandonar el cargo en 2001, defendió, a través de su fundación y las reuniones anuales de la Iniciativa Clinton Global en Nueva york, un modo de mejora basado en la colaboración público-privada que pone juntos a actores como Goldman Sachs, la Fundaciones Rockefeller o McDonald y sus socios gubernamentales, para solucionar los grandes problemas en la forma en que lo harían los plutócratas.

Después de la erupción populista que resultó en la derrota electoral de Hillary Clinton en 2016, le pregunté al expresidente lo que pensaba sobre lo que estaba detrás de la oleada de ira pública. “El dolor y la ira en la carretera que vemos reflejada en las elecciones se ha gestado durante mucho tiempo”, dijo. Pensaba que la ira “está siendo alimentada en parte por el sentimiento de que la gente más poderosa en el gobierno, la economía y la sociedad ni les preocupa ni los menosprecia. Quieren ser parte del progreso hacia la igualdad de oportunidades, la estabilidad y la prosperidad compartidas.” Pero cuando llegó el momento de sus propuestas de solución, sonaban demasiado al modelo con l que ya estaba comprometido: “la única respuesta es construir una alianza creativa y agresiva entre todos los niveles del gobierno, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales para hacerlo mejor.”

En otras palabras, la única respuesta es perseguir el cambio social fuera de los foros públicos tradicionales, con los representantes políticos de la humanidad como un elemento entre otros, y con las corporaciones como grandes voces patrocinadoras (o no) de las iniciativas. La ira pública, por supuesto, ha sido dirigida en parte por las élites contra las que se trató de levantar, que apostó por la teoría postpolítica de la solución de los problemas, que perdió la confianza de millones de personas, haciéndolas sentir traicionadas y descuidadas.

Los que la gente ha estado rechazando en los Estados Unidos -y en Reino nido, Hungría y otros lugares- ha sido, en su opinión, el gobierno de las élites que ha puesto la búsqueda del beneficio por encima de las necesidades de sus vecinos y conciudadanos. Han sido élites que han sido más leales consigo mismas que con sus propias comunidades; élites que a menudo han mostrado mejor interés en distantes causas humanitarias que en el dolor de las personas a 10 kilómetros al este o al oeste. Los ciudadanos frustrados piensan que no tienen poder sobre las hojas de cálculo o los powerpoint con los que la élite ha ganado poder sobre ellos – ya sea para cambiar sus horarios, automatizar su planta, o que el plan curricular de un billonario se convierta silenciosamente en la ley educativa para sus hijos. Lo que no toleran es que el mundo sean cambiado sin ellos.

Lo que deja una cuestión para todos nosotros: estamos listos para entregar nuestro futuro a las élites plutocráticas, lo que hoy parece ser una apuesta revolucionaria? ¿Estamos listos para declarar fallida la democracia participativa y para declarar estas otras formas privadas de dirigir los cambios como la nueva trayectoria a seguir? ¿es el decrépito estado del autogobierno de los estados unidos una excusa para dejarlo que se atrofie todavía más? ¿o la democracia, en la que supuestamente todos tenemos voz, es valiosa para seguir luchando por ella?

No hay duda de que la élite norteamericana de hoy puede ser la mas comprometida socialmente de la historia. Pero, a la luz de los números, también está entre las más depredadoras. Rechazando arriesgar su modo de vida, rechazando la idea de que los poderosos quizá deban sacrificarse por el bien común, se adhieren a un conjunto de acuerdos sociales que los faculta para monopolizar el progreso para dar después simbólicas sobras a los abandonados – muchos de los cuales no las necesitarían si la sociedad funcionase razonablemente bien. Es vital que intentemos entender la conexión entre la depredación de las élites y sus preocupaciones sociales, entre su ayuda extraordinaria y su extraordinario acaparamiento, entre el aprovechamiento de un status quo injusto y los intentos por repartir lo que quede de él. También es importante entender la forma en que las élites ven el mundo para que podamos valorar mejor los méritos y las limitaciones de sus campañas a favor de cambiar el mundo.

Hay muchas formas de dar sentido a las preocupaciones y depredaciones de la élite. La primera es que las élites hacen lo mejor que pueden. El mundo es como es, el sistema es el que es y sus fuerzas son tan grandes que nadie las puede resistir, y los más afortunados tratan de ayudar. Esta visión podría justificar la ayuda de la élite como una gota en el mar, pero se asegura de que al menos sea una gota. Una visión un tanto más crítica es que el cambio es bienintencionado, pero inadecuado. Trata los síntomas, no las causas radicales -no cambia los fundamentos de nuestras dolencias. Según esta visión, la élites esta eludiendo el deber de una reforma mas profunda.

Hay todavía otra perspectiva, más oscura, para juzgar lo que sucede cuando las élites se ponen a sí mismas en la vanguardia del cambio social: haciéndolo no solo impiden cambios mayores, sino que les ayuda a seguir donde están. Después de todo, quita ventaja a la ira pública al ser excluída del progreso y mejora la imagen de los ganadores. A través de medias-medidas privadas y voluntarias, desplaza soluciones públicas que podrían solucionar problemas para todos, y hacerlo con o sin la bendición de la élite. No hay duda de que la corriente del cambio social liderado por la élite hace mucho bien, alivia el dolor y salva vidas, pero deberíamos acordarnos de las palabras de Oscar Wilde que decía que esta clase de ayuda no es “una solución, sino un agravante del problema”. Hace más de un siglo, en un tiempo de revuelta como el nuestro, escribió: “como el peor de los esclavistas son aquellos que son amables con sus esclavos, evitando que el horror del sistema fuera realizado por quienes lo padecían, y entendido por quienes lo contemplaban, así, en el estado actual de las cosas en Inglaterra, las personas que haces más daño son las que intentan hacer el mayor bien”.

Los Angeles. Fotografía:: Frederic J Brown/AFP/Getty Images

La formulación de Wilde puede sonar extrema actualmente: ¿cómo podría haber algo malo en intentar hacer el bien? La respuesta podría ser: cuando lo bueno es cómplice de un mayor daño, sobretodo si es invisible. En nuestra era, el mal es la concentración de dinero y poder entre los menos, quienes cosechan de ella un monopolio sobre los beneficios del cambio. Y el hacer bienintencionado de las élites tiene no solo a dejar intocada esa concentración, sino a apuntalarla. Cuando las élites asuman el liderazgo del cambio social, serán capaces de redefinir lo que el propio cambio deba ser, de presentarlo como algo que nunca deba amenazar a los ganadores. En una era definida por la brecha entre lo que tienen poder y los que no, las élites han extendido la idea de que la gente debe ser ayudada, pero sólo en formas amigables con las técnicas del mercado que no perturben las ecuaciones fundamentales del poder. La sociedad debe cambiar de forma que no cambien el sistema económico subyacente que ha permitido ganar a los ganadores y que fomenta los problemas que pretende resolver.

La amplia fidelidad a esta ley ayuda a dar sentido a lo que observamos a nuestro alrededor: gente poderosa peleando para “cambiar el mundo” en formas que lo mantengan igual, y “devolver a la sociedad” de forma que se mantenga la indefendible distribución de influencia, recursos y herramientas. ¿Hay alguna forma mejor de hacerlo?

La Secretaría General de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), una organización sobre investigación de políticas públicas, ha comparado la postura prevaleciente de la élite con la del aristócrata Tancredo Falconeri, de la novela “el leopardo” de ficción de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: si queremos que las cosas continúen como están, deben cambiar.” Si esta visión es correcta, entonces mucha de la caridad, innovación social y el marketing de compra y dona, no serían medidas de reforma sino medidas de autoconservación y defensa -medidas que protegen a las élites de cambios más amenazadores. Entre las cosas que han sido marginadas, el líder de la OCDE señala: “crecientes desigualdades de ingresos, riqueza y oportunidades; la creciente desconexión entre finanzas y economía real; grandes divergencias en niveles de productividad entre trabajadores, compañías y regiones; dinámicas en las que los ganadores recogen la mayoría de los beneficios en muchos mercados; limitada progresividad del sistema tributario; corrupción y captura de las instituciones políticas por intereses creados; falta de transparencia y participación de los ciudadanos comunes en la toma de decisiones; la solvencia de la educación y los valores que trasmitimos a las generaciones futuras.” Las élites, escribe, han encontrado miles de formas para “cambiar cosas superficiales de forma que en la práctica nada cambie, frecuentemente con el consentimiento pasivo de los más necesitados.”

Es apropiado que una era marcada por estas tendencias pueda culminar con la elección de Donald Trump. Es, al mismo tiempo, exponente, explotador y personificación del culto al cambio social liderado por la élite. Ha pulsado, como mucho otros hicieron con éxito previamente, la tecla de que las élites han estado abogando falsamente por lo que iba a ser mejor para la mayoría de los norteamericanos. Ha explotado esa intuición espoleando la rabia frenética y dirigiéndola, no a las élites, sino a los americanos más marginados y vulnerables. Ha venido a encarnar el fraude que alimentó su triunfo y que ha explotado desde entonces. Se ha convertido, como las élites a las que atacaba, en una figura del establishment que se autoproclama falsamente como un renegado. Se ha convertido en el hombre rico y educado que se presenta como el protector más hábil de los pobres e iletrados -insistiendo, contra toda evidencia, que sus intereses nada tienen que ver con el cambio que persigue. Se ha convertido en el jefe de ventas de la teoría: generoso con los agentes plutocráticos del cambio que consideran que lo es mejor para los poderosos es también mejor para los que no lo son. Trump es la reducción al absurdo de una cultura que atribuye el reformismo del sistema a las élites que han dejado al resto morder el polvo.

Quienes votaron por Trump y quienes lo desprecian comparten -como quizá suceda con quienes apoyan o rechazan el Brexit- es una sensación de que el país requiere reformas profundas. La pregunta es si a las élites adineradas, que todavía gobiernan el gallinero de la economía y que ejercen una enorme influencia en los pasillos del poder político, se les debería permitir continuar su conquista del cambio social y de la persecución de la igualdad. La única cosa mejor que controlar el dinero y el poder en controlar los esfuerzos en cuestionar la distribución del dinero y el poder. La única cosa mejor que ser un zorro, es serlo y cuidar de las ovejas.

Lo que está en cuestión es si la reforma de nuestra vida en común debe ser dirigida por gobiernos electos y por gente que rinda cuentas a la gente, o por élites poderosas que dicen conocer nuestro mejor interés. Debemos decidir si, en el nombre de los valores en auge como la eficiencia y la jerarquía,  permitiremos que los propósitos democráticos sean usurpados por actores privados que, a menudo, aspiran de forma genuina a mejorar las cosas y, lo primero es lo primero, protegerse a uno mismo. Si, el gobierno norteamericano es disfuncional ahora mismo y esa es la razón por la que hay que intentar repararlo como nuestra prioridad nacional más urgente. Las soluciones alternativas para nuestras democracias con problemas hacen aún más débiles las democracias. Debemos preguntarnos a nosotros mismos por qué hemos perdido tan fácilmente la fe en los motores del progreso que nos han conducido donde estamos ahora -en los esfuerzos democráticos para proscribir la esclavitud, el trabajo infantil, limitar la jornada laboral, mantener seguros los medicamentos, proteger la negociación colectiva, crear escuelas públicas, combatir la gran depresión, electrificar la américa rural, conectar a todo el país por carretera, perseguir una sociedad sin pobreza, extender los derechos civiles y políticos a las mujeres y afroamericanos y otras minorías, y dar a nuestro conciudadanos salud, seguridad y dignidad en su vejez.

Gran parte de lo que parece requerir reformas en nuestro tiempo es de hecho defender el estado. Cuando miramos los mitos que alientan este malentendido, el camino del cambio genuíno saltará a la vista. Podría ser de nuevo posible que cambiemos el mundo sin el permiso de los poderosos.

https://www.theguardian.com/news/2019/jan/22/the-new-elites-phoney-crusade-to-save-the-world-without-changing-anything

Traducción: The non prevalence of humanoids by George Gaylord Simpson

SCIENCE
21 febrero de 1964. volumen 143. número 3608

La no prevalencia de los humanoides

Podemos aprender más sobre la vida de sus formas terrícolas de lo que podríamos aprender de las formas extraterrestres
George Gaylord Simpson

El Dr Simpson es catedrático Alexander Agassiz de paleontología de los vertebrados y profesor de paleontología de los vertebrados en el Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard, en Cambridge.Este artículo es el capitulo 13 de su próximo libro “esta visión de la vida: el mundo de un evolucionista, que será publicado por Harcourt Brace y World, Nueva York. Copyright 1964 de George Gaylord Simpson; publicado con el permiso del autor y del editor. Los subtítulos han sido añadidos y el sistema de referencia de las citas ha sido modificado.

La posibilidad de que la vida exista en otro lugar aparte de la Tierra ha excitado la imaginación humana desde la antigüedad. En nuestros días, se ha convertido en la base principal de toda una escuela de escritura: la ciencia ficción, que sigue siendo mero entretenimiento, aunque algunos de sus devotos afirman injustificadamente que debería tomarse más en serio. Durante mucho tiempo también ha habido discusiones científicas al respecto, al menos en el sentido de que fueron realizadas por científicos profesionales que no tenían intención de escribir ficción. Incluso en el siglo XIX hubo una seria discusión, aunque no siempre seria, sobre la idea de que la vida existe no sólo en otra parte, sino en cualquier parte del cosmos.

No hay, pues, nada nuevo en el hecho de que se esté discutiendo y publicando ampliamente sobre este tema [(1)] Lo que es nuevo es que la especulación y el filosofar habituales se acompañan ahora de extensos (e incidentalmente costosos) programas de investigación, de planes concretos de exploración el desarrollo de instrumentos pertinentes. Aunque los científicos interesados no han dejado de hablar, por primera vez en la historia están también actuando. Nuestra agencia espacial más importante, la NASA, tiene un programa de “biociencia espacial”. Biólogos reunidos bajo los auspicios de la Academia Nacional de Ciencias han acordado que “su primer y principal [objetivo en la ciencia espacial] es la búsqueda de vida extraterrestre” (2). La existencia de estos movimientos es tan familiar a los lectores de los periódicos como a los de publicaciones técnicas. Incluso hay un reconocimiento creciente de una nueva ciencia de la vida extraterrestre, algunas veces llamadas exobiología. ¡Un desarrollo curioso a la vista del hecho de que esta “ciencia” no ha demostrado todavía la existencia de su objeto de estudio!

Otro hecho curioso es que una gran proporción de quienes ahora discuten este asunto biológico no son biólogos. Incluso cuando hay involucrados bioquímicos y biofísicos, el acento habitualmente se pone en la química y la física, y no -estrictamente hablando- en la biología. Parecería obvio que la evolución orgánica tiene una influencia crucial en el asunto, siendo esencialmente un problema de la sistemática evolutiva. Seguramente, entonces, es extraño que los biólogos -evolucionistas y taxónomos- hayan sido raramente consultados y que se hayan ofrecido poco a la discusión. Una posible razón de esta omisión evidente ha sido sugerida hace mucho por un taxónomo evolutivo, W.D. Matthew [(3)], quien escribió que “[los físicos están acostumbrados a mantener una actitud más receptiva… hacia hipótesis que no pueden ser rechazadas definitivamente… [mientras que los biólogos evolucionistas y taxónomos] están compelidos a dejar fuera de consideración cualquier factor sin relación con una evidencia positiva de su existencia.”

Matthew también dijo que “admitir la probabilidad de vida extraterrestre abre la vía a todo tipo de fascinantes especulaciones en las que una persona de temperamento imaginativo puede sentirse libre de los controles y barreras de las realidades terrestres.” Sus dos puntos son ilustrados de forma encantadora y sin humor premeditado por un líder contemporáneo en exobiología que escribió en 1962 que “nosotros no sabemos realmente [cómo es la atmósfera de Venus], y por eso no estamos estrictamente limitados en nuestras conclusiones”! (el signo de exclamación es mío).

Como biólogo evolutivo y taxónomo, creo que deberíamos hacernos oír en este campo. Ya que parte de nuestro trabajo consiste en señalar “los controles y barreras de las realidades terrestres”, podemos ser a veces ser vistos como aguafiestas, pero también podemos hacer contribuciones.

Tres grandes preguntas
La exobiología se hace tres grandes preguntas: “¿Qué clase de vida?” “¿Dónde?” “¿Cómo puede haber evolucionado?” Cada pregunta, a su vez, implica dos campos de investigación distintos y complejos . La confusión de estos campos frecuentemente distorsiona el juicio y conduce a argumentos confusos.

Los campos alternativos en cuanto al tipo de vida son “la vida tal y como la conocemos” y “la vida y tal como no la conocemos”. La vida tal y como la conocemos no puede, obviamente, ser confinada al contexto actual de las especies terrestres, pero implica una similaridad general. Debe, al menos, comprender una química basada en el carbono reaccionando en un medio acuoso dando lugar a compuestos orgánicos fundamentales como los aminoácidos, carbohidratos, ases de purina-pirimidina, ácidos grasos y otros. También debe implicar casi con certeza la combinación y polimerizacion de aquellos o de otras moléculas fundamentales similares, dando lugar a moléculas mayores o macromoléculas como proteínas, polisacáridos, ácidos nucleicos, y lípidos. LA vida tal y como no la conocemos podría estar basada en algún elemento polivalente distinto del carbono, en algún medio (quizás incluso sólido o gaseoso) distinto del agua líquida, y, necesariamente en compuestos bastante diferentes.

Si encontrásemos semejante tipo de sistemas u organismos, bien podríamos errar en reconocerlos como formas vivientes, o incluso tener que revisar nuestra concepción sobre qué es la vida. Aquí en la Tierra, a pesar de una zona fronteriza entre ellos y de una enorme diversidad de cada reino, podemos reconocer os tipos de configuraciones de la materia: una viva y otra que no lo está. (con “configuraciones” quiero incluir no sólo la composición química ,sino también la organización o anatomía en su sentido más completo, los estados de energía y sus transacciones). “La vida tal y como no la conocemos,” si es que la llegáramos a reconocer, tendría que ser reconocida como una tercera configuración fundamental y no, estrictamente hablando, como vida. Ha habido una especulación considerable en este sentido, parte de la cual se han desviado hacia una especie de ciencia ficción. Sin embargo, no hay atisbo de evidencia de que “la vida tal y como no la conocemos” exista realmente o incluso que pueda existir -evidencia, por ejemplo, en la forma de especificaciones detalladas de un sistema natural que pueda exhibir atributos de un ser vivo sin las bases de la vida tal y como la conocemos. (Los ordenadores y otros artefactos que imitan algunas características de la vida de sus creadores no son pertinentes para esta cuestión). Aquí, por lo menos, sólo se dará mayor consideración a la vida tal y como la conocemos, en la medida mínima en que se base en sustratos biofísicos y bioquímicos similares.

La dicotomía en discurtir el “¿dónde?” de posible vida extraterrestre se encuentra entre nuestro propio sistema solar y otros presumibles sistemas solares similares en algún lugar del universo. Tenemos abundantes datos observacionales de los planetas de nuestro sistema solar y una expectativa razonable de aprender mucho más de ellos. Se han aprendido muchos hechos con métodos astronómicos basados en la Tierra. Recientemente, la coheretía y la telemetría nos han proporcionado una mirada más próxima a Venus y han prometido muchos dato adicionales. Las visitas humanas a la Luna y los planetas más próximos, al menos, no han hecho evidentes demandas adicionales sobre nuestro conocimiento teórico y requieren sólo una extrapolación razonable de nuestras potencialidades técnicas en un futuro próximo. Aquí, por tanto, tenemos datos observacionales con los que trabajar, y la promesa de muchos más.

No es así para ningún otro sistema planetario que pueda existir fura del nuestro propio. El contenido en la literatura popular y científica de que hay millones de tales sistemas adecuados para la vida y probablemente inhabitados puede dar la impresión de que de hecho existen. Sin embargo, no lo sabemos en ningún sentido aceptable bajo la rúbrica de ciencia seria. No hay datos de observación directa en absoluto. Es inherente a cualquier definición aceptable de ciencia que las afirmaciones que no pueden verificarse con la observación no son realmente nada – o no son ciencia. Mientras no confundamos lo que decimos con la realidad, no hay razón para no discutir sobre lo que esperamos observar, pero es demasiado fácil conjeturar y tomarse las extrapolaciones demasiado en serio.

No es imposible que nuestros descendientes puedan algún día hacer observaciones directas pertinentes sobre otros sistemas planetarios, pero eso es un futuro muy alejado de nuestras capacidades actuales o de una extrapolación razonable de las mismas. Con nuestras técnicas actuales, la única forma en que podríamos obtener conocimiento directo de la vida más allá de nuestro sistema solar sería recibir señales de algo o alguien de ahí fuera. Este punto implica la tercera cuestión, la directamente evolutiva y sus dos campos principales de investigación: el origen de la vida y su histria posterior. Este es el tema principal, al que volveré en detalle.

Dentro de nuestro sistema solar
Primero es necesario referirse brevemente a las condiciones ambientales y la posible evidencia de vida en los únicos planetas de los que tenemos realmente algunos datos, los planetas de nuestro sistema solar. Sin contar a los más excéntricos, los astrónomos han consensuado desde hace tiempo que la vida tal y como la conocemos es absolutamente imposible en cualquier planeta de nuestro sistema solar excepto en Venus y Marte (ver 4). Las opiniones concernientes a Venus han estado divididas, pero las pruebas obtenidas por telemetría del Venus actual parecen confirmar más allá de toda duda la visión previa de que es un planeta demasiado frío para la vida tal y como la conocemos (5). Aunque algo equívocas, dichas evidencias que tenemos de la composición de la atmósfera de Venus también parece ser, en general, desfavorable (ver 6). Parecería, entonces, que Venus puede ser descartado como una posible morada de vida reconocible.

La evidencia de Marte es también muy equívoca, pero actualmente no excluye por completo la posibilidad de que albergue vida. Las temperaturas son extremas y hay poco o ninguna cantidad de oxígeno libre. Obviamente, ningún humano o cualquier otra forma de animal o planta que nos sea familiar podría vivir a la intemperie en Marte. Sin embargo, han prosperado pequeños migroorganismos en condiciones probablemente parecidas a las que existirían en Marte (7). Esta posibilidad depende, en parte, de la creencia habitual en que las así llamadas capas heladas de Marte están compuestas de agua y de que la atmósfera está compuesta principalmente de nitrógeno con algo de dióxido de carbono. Ambas creencias han sido desafiadas con autoridad por Kiess, Karrer y Kiess [(8)], quienes mantienen que las capas son de N204. Esto, junto con las concentraciones subsiguientes de óxidos de nitrógeno en la atmósfera serían letales para la vida tal y como la conocemos. En cualquier caso, hay dudas crecientes de que haya suficiente agua en Marte para sostener cualquier forma de vida.

También se ha reivindicado la evidencia directa de vida en Marte . La vieja idea de que los llamados ‘canales’ en Marte son producto de seres inteligentes no merece una consideración seria. Sin embargo, es bien sabido que hay áreas oscuras en Marte que muestran cambios estacionales en posición y en color. Se ha aducido repetidamente que dichas áreas deberían estar cubiertas con algún tipo de vida vegetal, y dicha idea recibió apoyo significativo cuando se descubrió que su espectro infrarrojo tenía bandas similares a las de algún compuesto orgánico (9). No obstante, absorciones similares podrían también ser causadas por óxidos de nitrógeno y por una variedad de carbonatos inorgánitos (trabajos parcialmente inéditos citados por Calvin, 10). La cuestión permanece abierta, y los planes de obtener evidencias directas mediante sondas espaciales continúan en marcha (11). Estosplanes dependen en la aún más dudosa proposición de que habría microorganismos en Marte que podrían darse en condiciones parecidas a las usadas para cultivar microorganismos en nuestros laboratorios.

La única evidencia directa de vida extraterrestre merecedora de mayores consideraciones se deriva de los meteoritos. Se ha aducido que algunos de ellos contienen carbohidratos de origen orgánico o incluso de fósiles de microorganismos (12). Si se confirmara, dichas observaciones indicarían que la vida (ahora extinta) existió en un planeta de nuestro sistema solar, y que se habría interrumpido. A pesar de todo, las subsecuentes investigaciones han sugerido fuertemente que los materiales observados son en parte inorgánicos y/o remanentes de contaminaciones terrestres (13). El veredicto probablemente más favorable sería “no probado”.

No hay, por lo tanto, evidencia clara de vida en ninguna otra parte de nuestro sistema solar. Las ilusiones, de las que los científicos no están exentos, han jugado indudablemente un papel aquí. Aunque no está excluído por completo, según las evidencias ciertas que tenemos, las posibilidades de encontrar vida en otro planeta de nuestro sistema son remotas.

Fuera de nuestro sistema solar
Vale la pena repetir que no hay datos observacionales de su existencia, aún más remota en las probables condiciones ambientales , de planetas susceptibles de albergar vida fuera de nuestro sistema solar. Cualquier juicio en este ámbito depende de extrapolaciones de lo que conocemos de la Tierra y su vida y de datos astronómicos que no incluyen observaciones directas. Hay, también, base considerable para tales extrapolaciones, pero contienen un importante elemento subjetivo y tienen una gran tendencia a adentrarse en la pura fantasía.

Hay cuatro alternativas sucesivas a tener en cuenta: la probabilidad de que existan planetas idóneos; la probabilidad de que la vida surja en ellos; la probabilidad de que evolucione de una forma predecible; y la probabilidad de que dicha evolución conduzca eventualmente a los humanoides (tal y como se definen en los siguientes parágrafos). La tesis que voy a desarrollar a continuación, que admito como personal y especulativa, pero coherente con las evidencias, es que el primer escenario es probable; el segundo, posible (mucho menos, pero apreciable); el tercero es realmente improbable y, el cuarto, casi despreciable. Cada escenario depende de las probabilidades del anterior, así que deben multiplicarse juntos para obtener la probabilidad del escenario final: la emergencia de los humanoides. El producto de dichas probabilidades, cada una más pequeña que la anterior, es muy probablemente no mucho mayor que cero.

(Antes de continuar, debería definir ‘humanoide’ para aquellos que, como yo, no sean adictos a la ciencia ficción. Un humanoide, en una terminología de la ciencia ficción adaptable al presente caso, también algo fantasioso, es un organismo vivo con una inteligencia comparable a lo de los humanos en cantidad y cualidad y, por lo tanto, con posibilidad de comunicarse racionalmente con nosotros. Su anatomía y sus medios de comunicaciones no tienen por qué ser idénticos a los nuestros. Un androide, por otro lado, es una máquina no-viva, un servomecanismo, o robot construido de una forma más o menos parecida a la humana y capaz de realizar acciones semejantes a las humanas.)

El primer punto, la existencia de planetas semejantes a la Tierra, no nos llevará mucho tiempo. Los astrónomos parecen estar completamente de acuerdo en que son o han sido similares a la Tierra cuando surgió la vida probablemente existen en gran cantidad. (4, 14, 15). En efecto, el número de estrellas en el universo observable (a través de la luz o de radiotelescopios) es tan increíblemente enorme que incluso si las probabilidades de que uno de ellos tuviera vida fuesen ridículas, la probabilidad de que alguno las tuviera serían considerables. Como base para posteriores consideraciones, debemos,por tanto, postular razonablemente que las condiciones probadas como propicias para el origen de la vida en la Tierra hayan existido también fuera de nuestro sistema solar.

El origen de la vida
La siguiente cuestión es: “¿Cómo surgió la vida en la Tierra y es probable o incluso inevitable que surgiese en cualquier lugar con condiciones similares?” Esto se encuentra dentro del ámbito de la bioquímica, y no han rechazado la pregunta en absoluto. La literatura es enorme. Para nuestro propósito, se ha resumido o citado suficientemente en los trabajos de Oparin [(16)], Florkin [(17)], Calvin [(18)] y Ehrensvärd [(19)]. Hay amplias diferencias de opinión en la trayectoria particular que se siguió, pero también aquí hay casi unanimidad sobre los puntos esenciales. Casi todos los bioquímicos acuerdan que la vida en la Tierra surgió espontáneamente de la materia inerte y de que casi inevitablemente surge de forma suficientemente similar en cualquier planeta joven.

Dicha certidumbre se basa en la experimentación química. Si los átomos de hidrógeno y oxígeno se reúnen bajo ciertas condiciones de energía simples y comunes, se combinarán siempre y de forma determinística para formar agua. Por consiguiente, la formación de moléculas más complejas requiere una concatenación de circunstancias más complejas, pero todavía determinístas en lo que, comparativamente, parece un proceso simple. Esto ha sido, de hecho, demostrado en el laboratorio. Si la energía tal y como estaría disponible en un planeta joven se conjuga con los compuestos más simples posibles tales como el hidrógeno, el oxígeno, el carbono y el nitrógeno, se formarán aminoácidos y otras moléculas orgánicas complejas esenciales. El experimento crucial que lo demostró fue el de Miller [(20)]. Una gran cantidad de trabajos posteriores, en gran parte citados en la bibliografía del final, confirmó y extendió aquellos resultados. La síntesis de macromoléculas más compejas, especialmente de los ácidos nucleicos y de las proteínas, esenciales para la vida, todavía no se ha conseguido en condiciones semejantes a las primitivas. Sin embargo, es razonable asumir que dichos pasos también ocurrirían determinísticamente, inevitablemente, con el suficiente tiempo en circunstancias parecidas a las que se darían en algún planeta primitivo. De hecho, también está claro que ha transcurrido tiempo suficiente dado que se sabe que la Tierra tiene más de tres billones de años, y planetas aún más longevos podrían existir en esta galaxia o en otras.

Mucho más lejos todavía de la preliminar y esencial formación de proteínas, ácidos nucleicos y otras grandes molécula orgánicas quedaría su organización en un sistema vivo en el pleno sentido de la palabra. Este es el paso o, mejor dicho, la gran serie de pasos, del que menos conocemos, incluso por inferencia o extrapolación. Un sistema plenamente vivo debe ser capaz de convertir energía de tal forma que acumule entropía negativa o, lo que es lo mismo, debe producir una organización menos probable y azarosa de la materia y debe incrementar la energía disponible localmente para el sistema en lugar de disminuirla tal y como exige la segunda ley de la termodinámica para los sistemas cerrados. También debe ser capaz de almacenar y replicar información, la cual, debe desarrollar un nuevo individuo tal y como del que parte. El sistema vivo debe además encapsularse de tal forma que prevenga la dispersión de sus estructuras moleculares y permitir la acumulación de esa entropía negativa. Al mismo tiempo, debe ser posible la transferencia selectiva de materia y energía entre el organismo y su medio, y en ambas direcciones. Los sistemas vivo que evolucionan deben convertirse en individuos celulares limitados por membranas.

Los más simples de entre los verdaderos sistemas vivos son capaces de hacer esto y muchas más cosas, pero están lejos de ser simples en su organización microscópica y submicroscópica. Las asociaciones menos organizadas de macromoléculas, como pueden verse hoy en los virus, no pueden llevar a cabo todas estas hazañas por sí solos y, por tanto, no pueden ser vistos significativamente como verdaderas formas de vida.

Todavía restarían elementos para que la se produzca la evolución y los organismos progresen y se diversifiquen. Los seres vivos deben ser capaces de adquirir nueva información mediante la alteración de su propia información almacenada y de su combinación en una nuevo, pero integrado, sistema genético. De hecho, parece que estos procesos, resumidos en la mutación, recombinación y selecciones también deben ser invocados para pasar del nivel de las macromoléculas aisladas hasta el de los verdaderos organismos o sistemas celulares. Debe haber algún procedimiento de retroalimentación y codificación que conduzca al incremento y a la adaptación diversificada de los organismos nacientes a los medios disponibles. Básicamente, dicha adaptación consiste en la habilidad para reproducir y mantener o incrementar continuamente poblaciones de individuos mediante la adquisición, conversión organización de la materia y energía disponibles en el ambiente. Estos procesos de adaptación poblacional son decididamente diferentes en grado de los implicados en la anterior síntesis de macromoléculas inorgánicas. También parecen diferentes en tipo, pero esto en parte una cuestión de definición que también ha sido oscurecida por el hecho de que hayan tenido que surgir gradualmente sobre las bases y propiedades ya presentes en sus precursores inorgánicos. En cualquier caso, algo nuevo ha sido añadido, sin duda , en estos primeros estadios del origen de la vida. Se requiere una actitud de esperanza, si no de fe, para asumir que la adquisicion de adaptabilidad orgánica fue determinista o inevitable en el mismo grado o incluso en el mismo sentido en el que lo fue probablemente en sus antecedentes: el origen químico más simple de las macromoléculas esenciales.

Pero lo que no quiero decir con esto es que la causalidad material se haya quedado por el camino o de que algunos elementos vitalistas misteriosos hayan sido insuflados en los sistemas evolutivos. Todo ha debido proceder sin violar los principios de la física y la química. Dichos principios deben, sin embargo, estar actuando de forma diferente al estar actuando sobre sistemas multimoleculares holísticos, orgánicos y crecientemente complejos que trascienden en mucho el simple enlace químico. Es a partir de aquí que uno debe dejar de tener por garantizados las expectativas y extrapolaciones que puedan obtenerse de la química para ser ilustrados exclusivamente por los biólogos, es decir, por quienes estudian a los organismos completos tal y como existen en sus poblaciones reproductivas y en sus comunidades adaptadas a sus ambientes.

Dado el tiempo suficiente y circunstancias simples que probablemente no sean únicas en el universo, la progresión desde los átomos disociados a las macromoléculas parece ser considerablemente probable, quizás inevitable. La organización subsiguiente de dichas macromoléculas en formas de vida celulares parecería, en comparación, muy diferente y mucho menos probable. No es imposible, porque sabemos que se produjo al menos una vez. Sin embargo, dicho evento es tan improbable que incluso si las macromoléculas hubiesen surgido muchas veces en muchos lugares, podría ser que la evolución haya terminado frecuentemente en un nivel previo al de los organismos. Sólo la garantía astronómica de que debe haber muchos millones de planetas parecidos a la Tierra nos permite asumir que las auténticas formas de vida, las celulares, hayan surgido más de una vez. En el universo observable, la estimación reciente más baja hecha por un astrónomo competente sobre el número de planetas similares a la Tierra es, hasta dónde yo sé, la de Shapley [(15)], quien considera el número de 100 millones como una cifra extremadamente conservadora. Sobre esta base, es razonable especular que la vida haya surgido repetidamente en el universo, aunque quizá nunca lleguemos a saber si es el caso.

En este punto, debe hacerse una breve consideración sobre la idea de que, una vez surge la vida en algún lugar, los organismos en un estado de criptobiosis (21) pudieron esparcirse mediante un transporte panspérmico de un planeta a otro. Esta posibilidad ha sido especialmente defendida por Arrhenius [(22)], siguiendo la curiosa especulación anterior de Richter y otros según la cual, la vida sería coextensiva al cosmos entero tanto en espacio como en tiempo. Ahora parece extremadamente improbable, pero no imposible, que cualquier organismos, incluso encapsulado en un estado criptobiótico y con su metabolismo completamente suspendido, pudiera sobrevivir a los peligros de la radiación en el espacio sin protecciones artificiales (23). Además, viajar de un sistema solar a otro a cualquier velocidad alcanzable por medios naturales (como por ejemplo, con el impulso de la luz) requeriría mucho más tiempo del que probablemente durase el estado criptibiótico, del cual no se conoce que se extienda más de cincuenta años en microorganismos o cerca de mil años para cualquier organismos (21). Una conclusión conservadora sería que es extremadamente improbable, hasta el punto de llegar a lo imposible, que cualquier forma de vida haya viajado por medios naturales de un sistema planetario a otro. Dicho viaje entre la Tierra y Marte, dentro de mismo sistema planetario, es también improbable, pero la posibilidad no ha sido descartada por completo.

La evolución posterior de las formas de vida postuladas.
Nos centramos ahora en la evolución subsecuente de las formas de vida postuladas una vez que estas aparecieran en un planeta y, nuevamente, nos movemos a un orden de probabilidad diferente. Solo tenemos un único ejemplo en el que basar el juicio. Los paleobiólogos nos han mostrado el curso general de la evolución en nuestro planeta. Los Neobiólogos han mostrado con gran detalle, aunque todavía de forma incompleta, detalles sobre los resultados de ese proceso hasta un punto del tiempo: el presente. Aunque estos están lejos de ser los únicos logros de los taxónomos, son en sí mismos tan importantes para las cuestiones actuales como para justificar una investigación intensiva sobre este asunto tan enorme.

El problema de extrapolar de éste único ejemplo es decidir si es inevitable, probable, improbable o imposible para la vida con un origen independiente hacer seguido un curso similar o idéntico al caso que conocemos. De hecho, las opiniones han variado de un extremo a otro de la escala. Creo que es posible una elección razonable entre esas opiniones, y además, muchos, incluso la mayoría, de los que recientemente han considerado el tema han tomado una decisión equivocada.Una revisión de la literatura reciente sobre exobiología , casi toda ella llevada a cabo por físicos y bioquímicos (o biólogos moleculares), muestra que gran parte de la misma ha asumido, muchas veces sin siquiera plantear la cuestión, que una vez que la vida surge en algún lugar, su trayectoria posterior sería tal y como ha sido en la Tierra. Ahora, la única base realmente sólida para tal supuesto sería la opinión de que el curso seguido por la evolución en la Tierra es el único posible, que la vida no puede evolucionar de ninguna otra manera. En la reseña de un dos libros en los que se hace esta asunción, Blum [(14)] la ha calificado de “determinista” en contraste con la “oportunista”. La elección de los términos de ha sido afortunada, aunque sólo sea por el hecho de que es demostrable que la evolución completamente determinista desde el punto de vista filosófico no necesariamente, de hecho probablemente no, seguiría patrones similares en planetas diferentes. Sin embargo, las dos escuelas de pensamiento existen y a la que Blum llama determinista comúnmente se le asocian especulaciones exobiológicas.

Hay problemas filosóficos, o incluso teológicos, subyacentes. Estos problemas han sido discutidos en capítulos anteriores (especialmente 9, 10 y 11) y no necesitan mucha más atención aquí. Las cuestiones científicamente pertinentes son: Si los procesos de la evolución son los mismos en la Tierra que en cualquier lugar, ¿conducirán a los mismos resultados materiales, incluyendo hombres o humanoides? ¿Cómo de inevitable es ese resultado?

Estas cuestiones pueden recorrerse de dos formas diferentes pero relacionadas. La primera, es examinar el curso de la evolución aquí en la Tierra y ver si, de hecho, ha procedido siguiendo una meta o un resultado inevitable. La segunda es investigar el mecanismo o proceso de la evolución para concluir si, y bajo que condiciones, sus resultados han estado limitados eventualmente a algún tipo de humanoide, es decir, a nosotros mismos en el caso terrestre. Estas aproximaciones también han sido discutidas previamente (especialmente en capítulos 4, 8 y 12) y, en este punto, sólo necesitan un resumen.

El registro fósil muestra muy claramente que no hay in tema o línea central, ni una dirección hacia una meta, desde los protozoos hasta los humanos. En su lugar ha habido una ramificación continua y extremadamente intrincada, y en cualquier rama de la evolución hay cambios tanto en cantidad como en dirección. El Hombre es el final de una de las ramitas. La mosca doméstica, la pulga del perro, el manzano y otros millones son otros ejemplos de organismos que, de forma similar, son finales de otras. Además, no encontramos que la vida simplemente se haya expandido, ramificándose en una diversidad creciente, hasta que los organismos hoy vivos han evolucionado. Por el contrario, la gran mayoría de las formas de vida primitivas se han extinguido sin más. Normalmente, su lugar en la economía de la naturaleza sería tomado por otros organismos de un origen diferente. En algunos casos, sus lugares han quedado vacíos por periodos de tiempo más o menos largos.

Ni en su patrón general ni en su intrincado detalle puede el registro fósil interpretarse de una forma simplemente finalista. Si la evolución es el plan divino de la creación -una proposición que un científico no puede ni afirmar ni negar- entonces, Dios no es finalista. Pro esto todavía no contesta enteramente la cuestión particular que perseguimos aquí. El entero patrón no-finalista podría haberse producido de forma semejante en otro planeta para producir humanoides. Debemos volver a los elementos causales y limitaciones inherentes en el proceso para un juicio posterior sobre la probabilidad de dicho resultado.

Cada nuevo organismo e desarrolla según un mensaje figurativo, información codificada, recibido de uno o de dos parientes. La evolución se produce únicamente si se producen cambios en esa información en el curso de las generaciones. Dichos cambios en los individuos, ocurren en gran medida de dos formas, aunque cada uno comprenda formas numerosas y complicadas: mutaciones, que introducen nuevos elementos en el mensaje; y recombinaciones, que pone dichos elementos en nuevas en nuevas secuencias. En un sentido más estricto, las mutaciones son cualquier cambio en el código de un ácido nucleico. Las recombinaciones implican reordenamientos de varias de las unidades codificadas y, especialmente, nuevas asociaciones de las unidades de diferentes fuentes. La última de las fuentes de variabililidad es la sexual, y los procesos sexuales ocurren incluso en los organismos vivos más primitivos, habiéndose perdido secundariamente en un número relativamente pequeño tanto de animales como de plantas.

Por sí mismos, dichos procesos no son adaptativos, no tienen una relevancia adaptativa directa en la economía delos organismos de la naturaleza, lo que les permite sobrevivir y seguir evolucionando. Ya que la mayoría (aunque no todos) los cambios evolutivos son adaptativos y la evolución progresiva ocurre efectivamente, esta no puede ser toda la historia. Son necesarios para la evolución, pero algunas veces hay algo más. Debe haber alguna interacción entre los organismos y el ambiente y para esto debe haber algún mecanismos de retroalimentación en el c´digo genético. El feedback es la selección natural, que se produce sobre las poblaciones a través de generaciones sucesivas, no a través de los individuos en su propio tiempo de vida. Este es el asunto crucial de la selección natural: supone un mecanismo de retroalimentación desde el ambiente hasta el código genético de forma que mantiene o cambia el mensaje adaptativamente. Lo hace porque, en general, los organismos mejor adaptados tienen más descendencia. Los mensajes genéticos más adaptativos tienden a propagarse por la población en el curso de las generaciones. También, y de formas más complicada a las que no voy a referirme ahora, se consolidan en las poblaciones dichas combinaciones más adaptativas del código.

Esta retroalimentación es la base de nuestra presente investigación porque pne líimites a las trayectorias posibles de la evolución. Podemos estar bastante seguros de que si el ambiente de nuestros ancestros hubiese sido muy diferente, los organismos de hoy también serían muy diferentes. También está claro que la evolución debe ser oportunista en el sentido de que trabaja sólo con lo que ya tiene. Las mutaciones sólo pueden ocurrir de determinadas maneras dependiendo de la naturaleza existente y del mensaje codificado. Las recombinaciones pueden recombinar sólo elementos del código que existan en organismos dados. La selección sólo puede operar sobre variaciones realmente presentes en una población. En consecuencia, la evolución incluye todos los estados genéticos, estructurales, psicológicos y conductuales de las poblaciones desde el origen mismo de la vida.

Incluso cambios pequeños en los primeros momebtos de la historia podrían tener profundos cambios acuulados en todos los organismos que les descendieran durante las siguientes millones de generaciones. A pesar de la enorme diversida de la vida, con muchos millones de especies a través de los años, representa sólo un pequeñafraccion de las posibles formas de vida. Las especies que existen ahora seguramente serían diferentes si el cominzo lo hubiese sido o si en algún momento de la historia de los organismos y sus ambientes hubiesen sido diferentes. La exitencia de las especies actuales ha dependido de una específica secuencia de eventos causales a lo largo de dos billones de ayor, o inluco más. La humanidad no es una excepción a esta regla. Si la cadena causal hubiese sido diferente, el Homo Sapiens no existiría. (estas limitaciones causales se discutieron con más detale en el capítulo precedente. [ver 25])

No repetible
Tanto el curso seguido por la evolución como sus procesos muestran claramente que no es repetible. Ninguna especie o gran grupo habría evolucionado o podría evolucionar dos veces. Los dinosaurios han desaparecido para siempre. No hubo nada parecido a ellos antes y no lo hubo después de ellos. Esto es así no solo por la acción de la selección natural a lo largo de una cadena de circunstancias irrepetibles, como he anotado previamente; sino porque, además de esas circunsancias adaptativas hayn un elemento más o menos aleatorio en la evolucion como muestra la mutación y la recombinación que son, técnicamente hablando, estocásticos. La repetición es virtualmente imposible en las acciones aleatorias de la seleccion que opera sobre las poblaciones. Se convierte en todavía menos probable cuando se considera que también se requiere la repetición de accidentes, por llamarlos de alguna manera. La no reproductibilidad esencial de la evolución en la Tierra tiene consecuencias decisivas en las probabilidades de que se haya repetido, siquiera someramente, e cualquier otro planeta.

La afirmación, tan libremente hecha por astrónomos, físicos y algún bioquímico, de que una ves que la vida surge en cualquier lugar, los humanoides surgirán eventualmente o incluso inevitablemente es absolutamente falsa. La probabilidad de que el Sapiens se replicase en otro planeta es la misma que la probabilidad del planeta y de sus organismos para tener una historia idéntica a la de la Tierra en todos sus aspectos esenciales durante varios billones de años. Aunque se conceda la afirmación no demostrada de la existencia de millones o billones de planetas con vida; la probabilidad de semejante replicacion histórica es ridículamente pequeña.

Aunque, como creo, una aproximación cercana a Homo Sapiens en algún lugar del universo accesible esté descartada, la cuestión todavía no está cerrada. La inteligencia humana es, después de todo, una maravillosa adaptación, especialmente en su envergadura. Tiene valor para la supervivencia e un amplio espectro de condiciones ambientales y además, si fuera posible, la selección natural podría favorecerla incluso en condiciones diferentes de las que se han dado en la Tierra. Aquí hay, para ser sinceros, otra dificultad. La humanidad podría utilizar un aspecto salvaje de su onteligencia para aniquilarse a sí misma. No creo que eso suceda, pero nadie realista podría considerarlo como una posibilidad. Si esto sucediera, la adaptabilidad de la inteligencia humana habría sido muy corta en el tiempo, y el argumento de su aparente adaptabilidad general sería falso.

Además de esta razón, ¿no hay algo de juego, por así decirlo, en la historia? Incluso en historias panetarias diferentes de las nuestras, ¿no habrían evolucionado seres diferentes y, sin embargo, pero comparativamente inteligentes -humanoides en un sentido amplio-? Obviamente, estas cuestiones no pueden ser contestadas categóricamente. Sólo puedo expresar un aopinión. La evolución es, en gran medida, un proceso determinista. Los factores que han determinado la aparición de la Humanidad han sido tan extremadamente especiales y continuados, tan increíblemente intrincados que apenas he podido insinuarlos aquí. Además están lejos de ser conocidos por completo y todo lo que aprendemos parece hacerlos espantosamente unicos. Aunque los orígenes humanos fuesen inevitables bajo las precisas condiciones de nuestra historia, elllo haría prácticamente imposible que algo semejante ocurriese en cualquier otro lugar. Por ello creo que es extremadamente improbable que nada parecido a un ser capaz de comunicar pensamientos exista en cualquier lugar del universo accesible.

‘Extremadamente improbable’ no es ‘imposible’ y aquellos que quieran soñar podrán continuar haciendolo con que no estamos solos en el universo. Pero ahora se nos interpone otro problema. ¿Cuál es la naturaleza y el valor de semejante sueño? A menos que sepamos o podamos esperar seriamente cómo aprender de hecho de otros humanoides, el sueño continuará siendo un sueño, una antasía, un divertimento de ciencia ficción, una consolación poética sin contenido material alguno. Supongamos que lo casi imposible fuera real. Cuales serían las posibilidades de que pudiesemos aprender de verdad algo a partir de la existencia de humanoides extraterrestres o de que, eventualmente, pudiésemos comunicarnos con ellos? Con un sentiminto casi de pesar, debo concluir que las posibilidades son ridículamente pequeñas.

Comunicación
En el presente o en cualquier estado futuro y predecible de nuestra tecnología, la única forma en que podríamos aprender de otros humanoides sería que nos mandasen un mensaje o que nos visitasen realmente. Esto requeriría, en primea instancia, que hubiesen desarrollado una tecnología parecida a la nuestra, algo que no se deriva automáticamente del mero desarrollo de la inteligencia. (¡podrían ser suficientemente inteligentes para usar su cerebro de formas mejores!). También deberían haberlo hecho en el momento peciso, lo que implica un nuevo escoyo. De los billones de años de vida en la Tierra, la humanidad solo ha sido capaz de enviar y recibir mensajes a través del espacio profundo una parte infinitesimal del mismo, aproximadamente sesenta años. ¡qué pequeña es la probabilidad de coincidir con otros humanoides que hayas llegado al mismo estadio en el momento preciso!

Teóricamente, la improbabilidad de los humanoides se reduce con la distancia en el espacio. Si los humanoides estuvieran en un planeta a una distancia de un milones de años luz -lo que e suna distancia muy pequeña teniendo en cuenta la inmensidad de las galaxias- un mensaje que pudiesemos recibir ahora deberia haber sido enviado exactamente hace un millón de años. Lo improbable de entre lo improbable se aproxima a lo imposible. Si, de nuevo, sucediera lo aparentemente imposible, sería, ciertamente, uno de los eventos más excitantes de la historia pero, ¿lo aprovecharíamos? Obviamente, los emisores del mensaje estarían muertos cuando lo recibiésemos; todas las especies de su planeta podrían haberse extinguido. Si, finalmente, diésemos de sí la posibilidad más remota y recibieramos un mensaje de una estrella relativamente cercana, nos llevaría años, probablemente generaciones, mandar un mensaje y recibir una respuesta. En estas condiciones, el establecimiento de una comunicacion inteligible y eficaz sería prácticamente imposible.

Una visita de los humanoides extraterrestres a la Tierra requeriría una tecnología extremadamente avanzada para nosotros. Ni siquiera sabemos, en el momento actual, si una tecnología semejante es siquiera posible. Aquí se suman todas las dificultades previa y alguna más. Si un hecho así es remotamente posible y si los humanoides prevalecen pese a todo en el universo -los condicionales se sumarían también, en este aspecto- entonces, cabría pensar que podríamos ser visitados ahora mismo. A pesar de los testimonios sobre platillos valntes y pequeños hombrecillos verdes, que pertenecen sólo a la ciencia ficción, el hecho es que nadie nos ha visitado. Esto supondría, tambien, una razón lógica a sumar a la creencia de que los humanoides, como poco, no prevalencen.

Conclusiones
No puedo compartir la actual euforia entre tanto, incluso algunos biólogos (algunos de ellos ahora ex-biólogos convertidos en exobiólogos). aquí he sugerido brevemente las razones de mi pesimismo. Se que no convencerán a muchos, o incluso a pocos. Hay muchos factores emocionales y, por decrlo con franqueza, intereses egoístas opuestos a estas conlcusiones. De hecho, me gustaría quedar contradicho, pero una visión racional de las evidencias parecen conducir, lógica e inevitablemente, a estas conclusiones:

1. No hay humanides en ningún lugar de nuestro sistema solar
2. Probablemente no haya vida extraterrestre en nuestro sistema solar, pero la posibilidad no stá totalmete excluída en Marte.
3. Probablemente haya formas de vida en otros sistemas planetarios en algún lugar del universo pero, en ese caso, es poco probable que podamos aprender algo de ellos, incluso a pesar del hecho de su existencia.
4. Es extremadamente improbable que dichas formas de vida incluyan humanoides y, si, existieran, se´ria practicamente imposible comunicarnos con ellos de una forma útil y significativa.

Voy a terminar este capítulo con una petición. Estamos gastanto millones de dólares al año y una parte enormemente desproporcionada de nuestra capacidad científica e ingenieril en programas espaciales. La probabilidad de encontrar formas de vida extraterrestre ha sido su razón, o exclusa, principal. Enfrentemos el hecho de que ésta es la apuesta con menores probabilidades de la historia. Si queremos seguir jugando, al menos reconozcamos que lo que estamos haciendo se parece mas a una juerga salvaje que a un programa científico serio.

Para algunos parece que la recompensa puede ser tan genial que justificaría enfrentarse cualquier inconveniente. La recompensa biológica, si hubiese alguna, sería un ligero conocimiento adicional sobre la vida. Pero hay vida, real, conocida y presente aquí, en nosotros mismos y a nuestro alrededor. Estamos tan sólo empezando a entenderla. Podemos aprender más de ella que de cualqueir número de hipotéticos microbios marcianos. Podemos, de hecho, aprender amás de una posible vida extraterrestre estudiando la sistemática de la evolucion en los organismos terrestres. El conocimiento de enormes programas en dichos campos no sería una apuesta, porque su beneficio es seguro.

Mi petición es simplemente ésta: invirtamos un poco mas de nuestro dinero y capacidades, digamos un décimo de lo que ahora se apuesta en los enormes programas espaciales, para dicho beneficio seguro.

Referencias y notas
1. en la primavera de 1963 di unas conferencias sobre este tema (tituladas ‘la vida e otros mundos’) en seis instituciones miembro de la Universidad Central de Virginia y la Universidad de Colorado. El presente capítulo, inédito hasta ahora en cualquier versión, se basa en aquellas conferencias, extensamente revisadas. H subrayado que ‘no haya datos observacionales directos’ de ningún sistema planetario además del nuestro. El 19 de abril de 1963, el New York Times anunci´que el Dr. Van de Kamp de Swarthmore había descubierto dicho tercer sistema planetario (o ‘solar’). La aparente contradicción es una cuestión sobre la definición de ‘observación directa’ y de ‘sistema solar’ y no requiere una correción de mi texto.

Extraído de:
https://science.sciencemag.org/content/143/3608/769

Traducción : A world without work is coming – it could be utopia or it could be hell

Se avecina un mundo sin trabajo: puede ser una utopía o un infierno.

Los robots podrán eventualmente hacer todos nuestros trabajos, pero necesitamos comenzar a planear y evitar un colapso social.

Ryan Avent
The Guardian
16 de septiembre de 2016

Ilustración de Nathalie Lees

Ilustración de Nathalie Lees

Muchos de nosotros nos hemos preguntado que haríamos si no necesitásemos trabajar -como si nos levantásemos por la mañana y descubriésemos que hemos ganado la lotería. Nos entretenemos imaginando muchas casas, viajes alrededor del mundo o los jugadores que compraríamos después de haber comprado al Ársenal Club de Fútbol. Para muchos de nosotros, el aspecto más tentador de estas visiones es la libertad que nos brindaría: hacer lo que cada uno quisiera, cuando uno quiera del modo en que quiera.

Imaginemos cómo esta visión puede cambiar si esa libertad se extiende a todo el mundo. Algún día, quizá no en nuestra vida, pero igual no mucho después, las máquinas serán capaces de hacer la mayoría de las cosas que hacen las personas. En ese punto, un mundo realmente sin trabajo sería posible. Si todos, no sólo los ricos, tienen robots que satisfagan sus deseos, entonces esa poderosa tecnología podría liberarlos de la necesidad de someterse a la realidad del mercado para poner comida encima de la mesa.

Por supuesto, tenemos que imaginar no sólo qué hacer con nosotros mismos, sino con los demás. Al igual que un cheque de la lotería no nos libera de los grilletes de la condición humana, una inteligencia artificial todo-propósito no permitirá que nos llevemos todos bien mágicamente. Y lo que es especialmente difícil sobre un mundo sin trabajo es que tenemos que comenzar a construir las instituciones sociales para sobrevivirlo mucho antes de que nos alcance la obsolescencia tecnológica de los trabajadores humanos.

A pesar del increíble progreso en robótica e inteligencia artificial, los que vivimos actualmente podemos confiar en que trabajaremos hasta nuestra jubilación. Pero mientras los replicadores estilo star-trek y los nano-robots permanecen a generaciones de distancia, la revolución digital sí que comienza a hacer estragos. Economistas y políticos han quedado perplejos ante los esfuerzos que los trabajadores han soportado en las recientes décadas: una lamentable tasa de crecimiento de sus salarios, tasas de desigualdad crecientes y el creciente flujo de ingresos nacionales a beneficios y rentas en lugar de a pagar facturas. La principal culpable es la tecnología. La revolución digital ha sobrealimentado la globalizacion, automatizado los trabajos rutinarios, y permitido que pequeños grupos de personas muy cualificadas gestionen tareas que antes requerían muchas más personas. El resultado ha sido un exceso de trabajo que las economías luchan por digerir.

Los mercados de trabajos han hecho frente a esta situación de la única forma en que pueden: con trabajadores necesitados de empleos con pocas opciones además de aceptar salarios decrecientes. Los jefes se encogen de hombres y usan personas para hacer trabajos que podrían hacer las máquinas si fuese necesario. Los minoristas y repartidores sientes menos presión ante la posibilidad de reconvertir sus almacenes con la presencia de robots cuando hay largas colas de gente queriendo mover cajas de un lado a otro por menos dinero cada vez. Los despachos jurídicos pospone sus planes de invertir en la digitalizacion de documentos con sofisticadas tecnologías de análisis, ya aque los asistentes legales están a un centavo por docena. La gente continua contratando a trabajadores en las cajas registradoras cuando las maquinas a menudo, aunque no siempre, lo hacen mejor. irónicamente, los primeros síntomas de la era del amanecer de la era de la abundancia tecnológica son los bajos salarios, la bajada de la productividad y el desempleo. Y este lío comienza a revelar cómo de complicado es lograr un mundo sin trabajo. El desafío mas complicado planteado por una revolución económica no es cómo implementar en primer lugar la tecnología; es cómo adaptar a la sociedad a las tecnologías implementadas para que se produzca un buen uso de las mismas, manteniendo al mismo tiempo a una gran masa de personas satisfechas. En este sentido, parece que estamos haciendo algo mal.

Prepararse para un mundo sin trabajo significa aferrarse a los roles que el trabajo tiene en la sociedad, y encontrar potenciales sustitutos. En primer lugar y principalmente, nos basamos en el trabajo para distribuir el poder adquisitivo. Además, en nuestro distante futuro a lo Star-Trek, podríamos deshacernos del dinero y los precios por completo, y que el crecimiento de la productividad permitiría a la sociedad proporcionar a las personas todo lo que necesitasen a coste casi cero.

Por un largo tiempo, los salarios continuarán siendo el principal mecanismo por el que la gente consigue dinero, y los precios serán necesarios como el intermediario para acceder a recursos, bienes, y servicios escasos. En ausencia de un cambio social profundo, presionar a la gente fuera del trabajo hará que el flujo de dinero se redirija directamente desde los trabajadores a los propietarios, haciendo que los ricos lo sean más aún. Liberar a la gente del trabajo sin que de ello se produzca un colapso social requeriría que la sociedad encontrase otro modo que pagar por el trabajo para canalizar el dinero entre quienes tienen trabajo y quienes no. La gente debería recibir gran parte de sus ingresos de una redistribución estatal: a través del pago de un ingreso básico, por ejemplo, o de la provisión pública y directa de los servicios básicos como la educación, la salud, la vivienda, etc. O, quizá, cada uno podría recibir un capital determinado por el mero hecho de nacer.

Esta clase de arreglos no se materializarán mágicamente a menos que las máquinas se vuelvan más poderosas. Deben ser traídas a la existencia a través de la acción política. Y aquí es donde las cosas comienzan a complicarse. Un problema es que una reforma social a gran escala necesita mucho tiempo para producirse y surtir efectos. Otro es que las masas no desplazadas de su trabajo pueden no estar interesadas en el dinero dado gratis.

Los actuales debates políticos ilustran el problema. Hay muchas formas en que los gobiernos podrían aumentar los salarios de los trabajadores. Podrían aumentar el salario mínimo, incrementar los subsidios, aprobar una renta básica, o poner en marcha una nueva regulación más dura con las industrias y empresas para forzarlas a compartir más proporción de sus ganancias con los trabajadores. Es revelador que los trabajadores y los sindicatos parezcan poco interesados en políticas tales como la renta básica, toda vez que rompe la relación entre compensaron y trabajo. Esto hace que la construcción de una potencial utopía algo más complicado. Un fuerte aumento del salario mínimo beneficiaría a una gran cantidad de trabajadores, sino que también desincentivaría a algunas empresas a utilizar una mano de obra barata que han mantenido en remojo, obligando a los desempleados a llevarse bien en un mundo en el que no pueden encontrar trabajo y en el que carecer de moneda significa estar en la pobreza más absoluta.

Las preferencias de los trabajadores son fáciles de entender. El trabajo no es sólo una forma de distribuir poder adquisitivo, también es una de las fuentes más importantes de la identidad y el propósito en la vida de los individuos. Si el rol del trabajo en la sociedad va a hundirse, otras fuentes de propósito e identidad serán necesarias en su lugar. Algunas personas serán capaces de encontrar eso otro por sí mismos: persiguiendo pasiones no-económicas, o participando en el voluntariado, igual que muchos jubilados encuentran diferentes satisfacciones para llenar sus días. Pero otros lo encontrarán como una pérdida.

Los trabajadores se sentirán incómodos con unas reformas diseñadas para despejar el camino a su propia irrelevancia económica. No son los únicos que tienen algo que objetar. La redistribución implica tomar tanto como se recibe. Y mientras algunos jóvenes emprendedores parecen albergar la idea de algo así como una renta básica universal, quizá concebida como una licencia moral, la reserva de resentimiento de quienes perciben que se está recibiendo algo demasiado bueno del gobierno no se seca nunca. Los norteamericanos ricos ya se molestan bastante por aquellos que “reciben” de entre sus compatriotas. Son aquellos a los que Mitt Romney llamo un incorregible 47% en su campaña presidencial de 2012, quienes no pagan impuestos federales -a pesar de que la mayoría de los trabajadores pagan otros impuestos, o son demasiado pobres como para pagar un impuesto de la renta al gobierno federal. Los que tienen inevitablemente que proporcionar una parte muy importante de sus fondos para un futuro estado del bienestar tendrán que ser convencidos para desprenderse de su dinero en efectivo.

Las sociedades podrían decidir que la gente debe contribuir de alguna manera a la comunidad para merecer las ayudas de estado. Aquellos que no trabajan, por ejemplo, podrían participar en labores de servicios de la comunidad u otras actividades. Otra aproximación podría ser más sugerente. Aquellos que todavía tienen un trabajo podrían ser menos gruñones sobre la financiación de un estado del bienestar más generoso si los beneficiarios se consideran suficientemente parecidos a ellos mismos: como miembros de la tribu.

Entre el mundo rico, es interesante notar que no es tanto la generosidad de la redistribución estatal la que esta provocando el malestar social, sino el hecho de que algunos grupos -latinos, polacos, refugiados- hacen acopio de ella.

La construcción de una utopía sin trabajo en el que la riqueza sea ampliamente compartida y las personas sean en su mayoría felices con su vida, en la que la paz no se mantenga mediante la exclusión de los extranjeros inconvenientes, no es tarea fácil. Aunque el reto ya ha comenzado, y las rondas iniciales de la negociación son poco más que desalentadoras. Dos siglos a partir de ahora y, estoy seguro, de que ya se ha habrá trabajado suficientemente. Suponiendo, eso sí, que los que estamos vivos ahora pueden dar los primeros y dolorosos pasos sin destruir el mundo en el proceso.

https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/sep/19/world-without-work-utopia-hell-human-labour-obsolete

Traducción: The kin and I

Los parientes y yo.

El estado no está preparado para el creciente número de ancianos que viven solos.

29 de agosto de 2015.
The Economist
Por Xi’An

China the kin and i

Liu Caiping es una exprofesora de matemáticas de 71 años que ha vivido sola en la ciudad occidental de Xi’an desde que su marido falleciese hace un año. La radio es su fiel compañera. Su vista está empeorando y rara vez sale a la calle. Como muchos habitantes de la ciudad, sus antiguos vecinos se han dispersado, y sus dos hermanas están lejos. Cuando ya no puede hacerse cargo de sí misma, acude a un hogar para ancianos, afirma. Esta actitud continúa siendo extremadamente rara para las personas mayores chinas. Esto releja un problema: China está luchando por hacerse cargo de una sociedad que envejece aceleradamente y con un número creciente de ancianos que viven solos.

Por gran parte de los dos últimos milenios la familia ha sido central en la forma como los chinos se comprenden a sí mismos -y el Estado ha sido visto como una gran familia. La piedad filial estaba en algún lugar cercano al corazón de una sociedad bien ordenada según los principios del confuncianismo, y la familia era una unidad extendida y estable de varias generaciones bajo un mismo techo. Un dicho muy común lo encapsula de esta forma: “yang er fang lao” -cría hijos para tu vejez.

Todavía hoy son norma las familias multigeneracionales. Casi tres de cada cinco personas mayores de 65 años viven con sus hijos, una proporción más alta que en muchos países ricos. Sin embargo, las cosas están cambiando rápido. Cada vez más, los padres viven alejados de sus hijos -y cuando uno de los esposos fallece, como la señora Liu, el otro habitualmente vive solo. Uno de cada cinco hogares con una sola persona es habitado por alguien de más de 65 años. A diferencia de los chinos jóvenes que viven solos, pocas personas mayores lo hacen por propia voluntad. Muchos carecen de estudios, principalmente las mujeres, porque tendían a ser mantenidas por sus maridos.

China está deficientemente preparada para las consecuencias de que los mayores vivan en soledad. Las políticas gubernamentales consagran la idea de que las familias deberían vivir juntas y encargarse de sus mayores y de quienes no puedan cuidarse por sí mismos. A pesar de los esfuerzos para extender las pensiones y otras protecciones sociales, las asignaciones no son suficientes debido a que estado asume que la descendencia ayudará a los ancianos y enfermos. El sistema de bienestar está mal equipado para ayudar a los ancianos que viven solos.

Las ayudas financieras del estado han crecido en la última década, pero muchos millones de chinos mayores aún carecen de pensión o subsidio de retiro. Los seguros de salud están extendiéndose aceleradamente, aunque habitualmente sólo cubran lo básico. Las zonas rurales están lejos de las urbanas en lo que a provisión de servicios para las personas mayores se refiere.

Para 2025 cerca de uno de cada cuatro chinos tendrá más de 60 años. Las política china del hijo único ha hecho mofa del yang er fang lao– menos entre las generaciones jóvenes -cada vez menos jóvenes tienen intención de ir a vivir con sus mayores, una tendencia reforzada por formar familias siendo cada vez más mayores. Para 2050 se espera que haya cerca de 2,5 personas en edad de trabajar por cada persona mayor de 65, siendo hoy una persona mayor por cada ocho en edad de trabajar. Los chinos nacidos en regiones selváticas que migran a ciudades lejanas en busca de empleo no pueden llevar consigo fácilmente de los miembros mayores de su familia, incluso aunque quisieran hacerlo.

A pesar de los cambios, muchos en china aún conservan responsabilidades para con su familia como una parte característica de su cultura. No hay demasiada diferencia con otros países. Pero las expectativas de la piedad filial implican que aquellos que no la reciben a menudo se sienten avergonzados o aislados, dice Jean Wei-Jun Yeung de la universidad nacional de Singapur. Muchos, por ejemplo, son reacios a buscar ayuda en sus vecinos cuando la necesitan. Un estudio sobre ancianos en Shanghai realizado por Tu Chen de la universidad de Fudan encontró que el 84% rara vez o nunca habían acudido a actividades sociales.

El gobierno reconoce el problema. Cuando ha relajado un poco la política del hijo único en 2013, una de las razones citadas que el aumento del número de personas mayores solitarias. Algunos gobiernos locales emprendedores han introducido normativas para los ancianos que viven solos. Los aprendices de médico en Hangzhou en el este de china pueden obtener manutención gratuita con estos ancianos a cambio de compañía y atención médica básica. Varias ciudades alientan “bancos de tiempo”, un modelo prestado de América y Japón, en el que los mayores de 60 ayudan a aquellos, digamos, mayores de 80, creando créditos para los años futuros. Sin embargo, un pintoresco sistema de control alerta sobre iniciativas que no estén supervisadas al detalle.

Con una endeble red de seguridad social, alguna ayuda debe reemplazarla para cuando las familias fallen a la hora de ayudar a quienes vive solos. Un estudio de 2013 realizado por Na Yu del Instituto de Tecnología de Beijing encontró que casi no hay comunidades de vecinos en la capital ofreciendo el abanico completo de los servicios que necesitan las personas mayores. Por otra parte, las ciudades ofrecen actividades sociales pero poco cuidado personal. Debido a la escasez de doctores en la comunidad, las personas mayores con dolencias crónicas tienden a persistir en los hospitales. Los trabajadores sociales son escasos, mal pagados y explotados laboralmente a pesar de su precario entrenamiento. Las residencias de mayores están aumentando, pero aún escasean. China tiene 5.8 millones de camas (suficientes para alrededor del 3% de los mayores de 60 años), pero hay a menudo listas de espera.

Este es el contexto que explica el aumento de la tasa de suicidios entre los ancianos chinos, a pesar de que decrece en otros grupos de edad. En 2009-11 las personas de más de 65 años suponían algo menos de la mitad de los suicidios, y más en las áreas rurales: vivir solo siendo anciano puede ser duro igualmente, pero en China, debe ser particularmente frustrante, dado que muchos jóvenes chinos han dejado sus pueblos y ciudades en busca de trabajo. El gobierno ha probado a reforzar la piedad filial, aprobando una ley en 2013 que amenaza con multas de cárcel para quienes no puedan visitar a sus padres y “alimenten sus necesidades espirituales”. Es una respuesta inutil. En una China cambiante a ritmos acelerados, es necesaria más ayuda por parte del Estado.

http://www.economist.com/news/china/21662594-state-unprepared-rising-numbers-old-people-living-alone-kin-and-i

Traducción: Gaza’s housing crisis

La crisis de la vivienda gazatí: “Esto es mucho peor que la guerra.”

Por Terrence McCoy
The Washington Post

gaza

 

Ciudad de Gaza – Era una buena casa, dijo Yousif Qirshalli, mirando a los escombros desperdigados sobre la arena. La había construido hace más de tres décadas. Pero su destrucción, que ocurrió un día de mediados de Julio en un ataque aéreo israelí, no fue lo peor de todo.

Eso ocurrió después de un alto el fuego entre Israel y Hamas casi un mes más tarde cuando Qirshalli se percató de  que él y su familia tenían que abandonar la casa de un familiar. Fue cuando levantó una tienda en el suelo polvoriento fuera de su casa derruida, donde han pasado muchas noches desde entonces. Fue cuando Qirshalli, de 65 años, se interesó por el precio de alquilar locales –y se enteró de que no había manera de que pudiera pagarlos.

Las cifras oficiales son pocas en la ciudad de Gaza, un enclave costero densamente poblado por 600.000 personas. Pero los empresarios, los grupos de derechos y los economistas están de acuerdo en que el alquiler de ese apartamento ha más que doblado su precio desde el final de la guerra, cuando miles de residentes desplazados quisieron entrar en un mercado de la vivienda ya saturado. Antes de la guerra, según expertos, un apartamento de dos dormitorios se alquilaba por 200 dólares al mes; ahora se puede alquilar por unos 500 dólares.

El aumento de los alquileres subraya un problema de habitabilidad que ha afectado a gaza durante años: simplemente no hay suficiente. Incluso antes de la guerra reciente –de la que Naciones Unidas dijo que había destruido o dañado gravemente 18.000 hogares- el mercado en Gaza fue exprimido por las restricciones israelíes a las importaciones de material de construcción, la escasez de tierras y el rápido crecimiento de la población. Las Naciones Unidas esperan que la población gazatí se hinche por casi una cuarta parte en 2020, del alrededor de 1,7 millones de hoy a los 2,1 millones.

“Antes de la guerra, necesitábamos al menos 70.000 viviendas adicionales”, dijo Omar Shaban, un prominente economista gazatí. “Ahora, con miles de casas destruidas por la guerra, la crisis se ha hecho más profunda. Y con la crisis, los alquileres se han disparado.”

Resulta incierto cuando se reconstruirá Gaza cuando la Autoridad Palestina estima que el coste será de 7,8 billones de dólares- o cuánto tiempo precisará. Egipto tiene previsto celebrar una conferencia de donantes el próximo mes para impulsar el apoyo, y Arabia Saudí ya ha prometido 500 millones. Pero algunos expertos, a tenor de los numerosos edificios destruídos en anteriores guerras entre Hamas e Israel que nunca fueron reconstruidos, expresan pesimismo de cara a una reconstrucción temprana.

Reconstruyendo de las ruinas

Casi toda conversación aquí sobre el mercado inmobiliario gazatí comienzan en el añ0 2007, que fue cuando Hamas –considerado un grupo terrorista por los Estados Unidos, Israel y la Unión Europea- tomó violentamente el poder en la Franja.

En respuesta, Israel impuso un bloqueo, restringiendo el movimiento a Gaza de bienes, incluyendo materiales de construcción, categorizados como artefactos “de doble uso” –cosas que podrían ser usadas para construir viviendas pero que también podrían ser usadas para construir túneles que los militantes usan para infiltrarse en Israel este verano. Egipto también mantiene un estricto control fronterizo sobre su frontera con Gaza.

Hamas pasó a construir cientos de túneles de contrabando entre su frontera sur y Egipto – algunos suficientemente grandes como para que cupiesen camiones cargados de cemento –y el estor de la construcción sufrió un boom. Pero después de que el ejército egipcio derrocase al presidente Islamista el año pasado, el nuevo gobierno ha culpado a Hamas de incrementar su actividad militar en la península del Sinaí y comenzó a destruir los túneles. En Mazo, Egipto anunció que había destruido cerca de 1400 túneles.

“imagina lo que Hamas pudo construir con esos recursos en lugar de túneles” señala un militar israelí en una declaración en Julio. “Cientos de casas y edificios civiles para los habitantes de Gaza.”

El martes, las Naciones Unidas dijeron que se había negociado un acuerdo con la Autoridad Palestina e Israel para facilitar la reconstrucción de Gaza. El acuerdo incluye el seguimiento por parte de las Naciones Unidas de los materiales de construcción que sean enviados a la Franja. El enviado más importante de Oriente Medio, Robert Serry, añadió que la reconstrucción “debe comenzar y permanecer sin dilaciones.”

Israel necesita “mecanismos en el lugar que le aseguren que el cemento que se supone servirá para hospitales y escuelas será efectivamente usado en esos hospitales y escuelas,” dijo un oficial israelí que hablaba bajo anonimato, “y que no será usado en la infraestructura terrorista de Hamas.”

Sean cuales sean los factores implicados, la crisis de vivienda en Gaza ha elevado los precios del alquiler.

“Este es el mayor problema ahora” dijo Iyad Abu Hammam de Shelter Cluster, una organización de Naciones Unidas. “Debido a la escasez, los propietarios están elevando las rentas.”

El negocio es el negocio

Pero la guerra siempre ha ofrecido oportunidades de negocio, y no es diferente en Gaza.

Muchos bolsillos de Gaza murmuran con los negocios. Un palestino propietario de una compañía de aluminio estrechó la mano detrás de su escritorio y predijo los beneficios que podrían derivarse de la destrucción. En las afueras de la ciudad, Mohhamed Marouf, el propietario de la mayor fábrica de ladrillos, se acomodó en una silla de plástico.

La devastación de las viviendas podría hacer de él “un hombre rico,” dijo con una mirada. Marouf dijo que no dudaría en sacar provecho de las desgracias ajenas.

“El negocio es el negocio” dijo él. “Ésta es la forma en que funciona el mundo. Soy un hombre práctico, y tengo mi negocio, y la reconstrucción puede hacerme ganar mucho dinero.”

Pero esto es la ciudad de Gaza, donde nada es tan sencillo. Las charlas de los ricos se expresan en hipótesis. Puede hacerse dinero con la reconstrucción siempre que Israel levante el bloqueo, y los túneles de contrabando vuelvan a estar abiertos, trayendo materiales de construcción vía Egipto y siempre que la ayuda internacional envíe cemento.

La fábrica de ladrillo de Marouf, que fundó su padre, permanece vacía y oscura, poblada no con maquinaria, sino con animales de granja y hombres tomando café.

“No he hecho nada en más de un añio” confiesa, señalando a un caballo dentro de la fábrica. “mi fabrica está valorada en más de 5 millones de dólares, pero desde que los túneles están cerrados no tenemos trabajo.”

Los economistas locales estiman que más de uno de cada tres gazaties trabajan en la construcción, y dicen que la destrucción de los túneles y el endurecimiento de los controles fronterizos ha sofocado aún más una economía ya debilitada.

“Cuando decimos levantar el cerco, lo que queremos decir es que cada uno en su barrio pueda tener un trabajo y ganar dinero, y después esa gente podrá ir de compras,” dijo Nabil Abu Muaileq, presidente de la Unión de Contratistas de Palestina, que representa a más de 300 compañías en Gaza.

Entre las primeras cosas que estos trabajadores podrían hacer, dijo Shaban, el economista gazatí, es completar los “miles” de apartamentos casi terminados alrededor de la ciudad, que han languidecido desde que el flujo de los materiales de construcción se secó el pasado año.

Además, dijo Shaban, no será una “solución final” pero podría ayudar a aliviar la demanda de vivienda.

Y podría ser una ayuda para los habitantes de Gaza como Qirshalli, quien el pasado Martes por la tarde tomó su camino a través del detritus de su pasada vida –un frigorífico volcado aquí, una bicicleta ennegrecida allá- hasta llegar a la brecha que hace las veces de entrada. Fue la primera vez que tuvo el coraje de entrar en su antigua casa desde su destrucción.

El interior fue destripado y ennegrecido por el hollín. Colocando sus manos en las caderas, Qirshalli guardó silencio durante un momento. Luego dijo que desearía haber muerto con la explosión que destruyó su casa.”

“La cuestión más difícil para nosotros no eran acerca de la guerra,” dijo, “sino lo que viene después. ¿Dónde vamos a vivir? ¿Dónde vamos a ir? Esto es mucho peor que la guerra.”

http://www.washingtonpost.com/world/middle_east/gazas-housing-crisis-this-is-much-worse-than-the-war/2014/09/15/ebe5f701-b7ed-4660-8378-51842b5900ae_story.html